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NO SIEMPRE ES NECESARIO APLICAR LOS ELEMENTOS DE INESTABILIDAD PARA EL CORE TRAINING NI EL ENTRENAMIENTO FUNCIONAL

Actualmente el entrenamiento de estabilidad espinal está siendo ampliamente estudiado y aplicado en los centros de fitness y de rehabilitación. Hay una gran batería de ejercicios y muchos dispositivos de inestabilidad para cubrir este fin. Sin embargo, la tendencia muestra que en personas asintomáticas, sanas y entrenadas, quizás estos ejercicios no supongan la elección más adecuada (Chulvi & Masiá, 2014), así como la aplicación indiscriminada de elementos de inestabilidad, no siempre supongan un incremento de la actividad muscular involucrada (Chulvi & Masiá, 2014; Wahl & Behm, 2008).

Para una adecuada selección de ejercicios e incluso de material inestable en el caso de ser necesario, resulta crucial realizar una valoración previa, y asumir que no existe un músculo estabilizador predominante (McGill, 2007) sino que depende de la dirección de la inestabilidad (Kavcic et al., 2004).

La esencia de estos ejercicios de estabilización raquídea requieren de  mantener la zona lumbar en posición neutra con un mínimo movimiento asociado (Vera-García et al., 2014) aunque se lleven a cabo movimientos con las extremidades superiores/inferiores (McGill et al., 2003). En ocasiones, se aplican los dispositivos de inestabilidad para incrementar la actividades muscular de la musculatura involucrada (Vera-García et al., 2000). Pero no siempre resulta eficaz, puesto que dependerá de la correcta aplicación de los dispositivos de inestabilidad (Marshall & Murphy, 2007) así como del propio ejercicio (Drake et al., 2006).

Los datos proporcionados por las diversas investigaciones favorecen la posibilidad de establecer progresiones, basadas en la mayor demanda de control estabilizador por parte de algunos grupos musculares. Así, recientemente, el grupo liderado por un referente mundial en la materia, el doctor Vera-García ha publicado recientemente los hallazgos de una investigación muy interesante en la que sujeto de 31 años, sano y asintomático era sometido a una progresión de ejercicios de estabilización [front-bridge, back-bridge, side-bridge y bird-dog] con diferentes grados de dificultad incluido la aplicación de un elemento de inestabilidad (Bosu). Durante la ejecución de los ejercicios sin cargas externas (a excepción de la inestabilidad proporcionada por el Bosu), se monitoreó la actividad muscular bilateral del recto abdominal, oblicuo interno, oblicuo externo y erector espinal (Vera-García et al., 2014).

De los datos registrados los autores concluyen que a) los ejercicios solicitan la actividad encarga de estabilizar los patrones flexores, extensores e inflexores; b) las diferentes propuestas de modificaciones del ejercicio (por ejemplo, extender codos o apoyar rodillas al suelo) afectan al grado de actividad muscular; c) la ejecución de ejercicios con un apoyo de pierna incrementa la actividad de los rotadores del tronco (oblicuo interno); d) la aplicación de inestabilidad puede incrementar la actividad muscular pero depende de la colocación y del ejercicio.

Aunque se trata de un estudio con un único sujeto, permite integrar muchas de las evidencias expuestas hasta la actualidad. Y ponen de manifiesto la importancia de realizar una adecuada valoración inicial así como el desarrollo de una progresión adecuada seleccionando con criterio los ejercicios y los elementos necesarios para el fortalecimiento funcional de la región del core.



  

Referencias bibliográficas


Chulvi I & Masiá L. Entrenamiento de inestabilidad. Bases para el correcto entrenamiento. Enfoque sobre la columna lumbar. Vigo: Ediciones Cardeñoso; 2014.
Drake JD, Fischer SL, Brown SH & Callaghan JP. Do exercise balls provide a training advantage for trunk extensor exercises? A biomechanical evaluation. J Manipulative Physiol Ther, 2006;29(5):354-62.
Kavcic N, Grenier S & McGill SM. Quantifying tissue loads and spine stability while performing commonly prescribed low back stabilization exercises. Spine, 2004; 29:2319-29.
Marshall P & Murphy B. Changes in muscle activity and perceived exertion during exercises performed on a swiss ball. Appl Physiol Nutr Metab, 2006; 31(4): 376-83.
McGill SM, Grenier S, Kavcic N & Cholewicki J. Coordination of muscle activity to assure stability of the lumbar spine. J Electromyogr Kinesiol, 2003; 13(4):353-9.
McGill SM. Low back disorders.Evidence-based prevention and rehabilitation 2nd edition. Chamaing IL: Human Kinetics; 2007.
Vera-García FJ. Barbado D & Moya M. Trunk stabilization exercises for healthy individuals. Rev Bras Cineantropom Desempenho Hum, 2014; 16 (2): 200-11.
Vera-Garcia FJ, Grenier SG & McGill SM. Abdominal muscle response during curl-ups on both stable and labile surfaces. Phys Ther, 2000;  80(6), 564-69.
Wahl MJ & Behm DG. Not all instability training devices enhance muscle activation in highly resistance-trained individuals. J Strength Cond Res 2008; 22(4), 1360-70,






Nota del autor.

El presente artículo pretende realizar una breve recomendación general para este situación médica particular, lo cual NO SUSTITUIRÁ NUNCA, ni el diagnóstico ni el tratamiento tanto médico como terapéutico que se pueda haber emitido. Así mismo, se recomienda que si usted padece la situación tratada a lo largo del artículo, se ponga en contacto con su médico, fisioterapeuta o prescriptor de ejercicio para que puedan realizar un estudio profundo y personalizado de su situación, pudiendo ajustarle al máximo la realización de ejercicio físico o el tratamiento más acertado para usted.


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