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LA FUERZA Y LA SALUD DE NUESTRO PEQUEÑOS

La condición física es salud, y en nuestros pequeños más, puesto que parece ser que sirve como indicador de salud (Ortega et al., 2008) de enfermedad y muerte durante la etapa de joven adulto (Ortega et al., 2012). Por lo tanto, detectar los bajos niveles de condición física resulta crucial en la etapa de la infancia y la adolescencia (Ortega et al., 2008). Dentro de las capacidades básicas, la carencia de fuerza muscular ha demostrado ser un indicador de muerte prematura durante la etapa de joven adulto, de hecho se ha correlacionado con un mayor riesgo de muerte por suicidio, por enfermedad cardiovascular y por el resto de causas de muerte  (entre el 20 y el 30%),  (Ortega et al., 2012). Debido a estos datos extraídos de un estudio con una muestra de un millón de niños, se concluyó que la fuerza muscular debería ser entendida como una variable de riesgo de muerte al igual que la tensión arterial y el índice de masa corporal (Ortega et al., 2012). Así mismo durante esta etapa la adquisición de una densidad mineral ósea es fundamental para poder contrarrestar la desmineralización asociada con el envejecimiento (Beck y Snow, 2003).

Por lo tanto, siendo conocedores que el entrenamiento de fuerza es seguro cuando se realizada y diseña adecuadamente (Faigenbaum y Myer, 2010) y siguiendo unas pautas generales y unas recomendaciones consensuadas por la National Strength Conditioning Association (NSCA) (Faigenbuam et al., 2009), se debería incentivar la práctica del entrenamiento de fuerza en niños para optimizar su salud, atendiendo principalmente a su edad biológica más que a su edad cronológica (Lloyd et al., 2014).



1.                    Resulta imprescindible explicar adecuadamente las técnicas de los ejercicios.
2.                     Ajustar las cargas a los diferentes estados biológicos de los pre-adolescentes.
3.                    Contar con instructores especializados y certificados.
4.                    Considerar el estado cognitivo y el estado de experiencia en el entrenamiento por parte del practicante.
5.                    Asegurar que la zona de entrenamiento no posea riesgos de lesiones y /o accidentes
6.                    Imprescindible que todas las sesiones arranquen con un calentamiento activo y dinámico de al menos 5-10 minutos.
7.                    Programar una frecuencia de 2-3 días semanales, con al menos 48 horas de descanso entre sesiones.
8.                    Iniciar con cargas moderadas, aproximadamente al 60% de una repetición máxima.
9.                    Realizar de 8 a 15 repeticiones de una 1 a 2 series.
10.                 Incluir ejercicios que demanden equilibrio y coordinación al ejecutante.
11.                 Finalizar las sesiones con una fase de enfriamiento.
12.                 Realizar variaciones sistemáticas para favorecer las adaptaciones y evitar el aburrimiento.
13.                 Añadir componente lúdico.
National Strength Conditioning Association (NSCA) (Faigenbuam et al., 2009)
 
  




REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS.

BECK BR, SNOW CM. Bone health across the lifespan—exercising our options. Exerc Sport Sci Rev 2003; 31 (3): 117-122.
FAIGENBAUM AD, KRAEMER WJ, BLIMKIE CJ JEFFREYS I, MICHELI LJ, NITKA M, ROWLAND TW. Youth resistance training: updated position statement paper from the national strength and conditioning association. J Strength Cond Res 2009; 23 (5 Suppl): S60-79.
FAIGENBUAM AD, MYER GD. Resistance training among young athletes: safety, efficacy and injury prevention effects. Br J Sports Med 2010; 44 (1): 56-63.
LLOYD RS, OLIVER JL, FAIGENBAUM AD, MYER GD, De STE CROIX M. Chronological age versus biological maturation: implications for exercise programing in youth. J Strength Cond Res 2014.
ORTEGA FB, RUIZ JR, CASTILLO MJ, SJÖSTROM M. Physical fitness in childhood and adolescence: a powerful marker of health. Int J Obesity 2008; 32: 1-11.
            ORTEGA FB, SILVENTOINEN K, TYNELIUS P, RASMUSSEN F. Muscular strength in male adolescents and                                            premature death: cohort study of one million participants. BMJ 2012; 345: 



Nota del autor.

El presente artículo pretende realizar una breve recomendación general para este situación médica particular, lo cual NO SUSTITUIRÁ NUNCA, ni el diagnóstico ni el tratamiento tanto médico como terapéutico que se pueda haber emitido. Así mismo, se recomienda que si usted padece la situación tratada a lo largo del artículo, se ponga en contacto con su médico, fisioterapeuta o prescriptor de ejercicio para que puedan realizar un estudio profundo y personalizado de su situación, pudiendo ajustarle al máximo la realización de ejercicio físico o el tratamiento más acertado para usted.



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